Reflexión 2 - Mi Testimonio

Antes de conocer a Cristo mi vida era difícil y sin rumbo. Vivía con mi madre y mis hermanas en una comunidad donde las drogas, la violencia y el alcohol nos asechaban diariamente. Tuve que luchar contra viento y marea para continuar mis estudios y no caer en esas tentaciones. Siendo la hermana mayor tuve que asumir el rol de madre y ser el ejemplo para mis hermanas.  Sin embargo, en mi interior me sentía vacía, triste y angustiada. 

Durante estos días de lucha un grupo pequeño de jóvenes de la iglesia comenzó a visitar la comunidad. Iban apartamento por apartamento a llevar el mensaje de Salvación.  Un día mi hermana me invitó a una actividad que organizaron en el centro comunal y acepte ir con ella.  La experiencia fue muy buena me sentía en paz.  Continué asistiendo a algunas actividades hasta que llegó el 31 de diciembre de 2002 y tuve la oportunidad de visitar una iglesia donde verdaderamente sentí el amor de los hermanos y sobretodo la presencia de Dios en mi vida. No teníamos planificado ir ese día a la iglesia, pero Dios ya conocía los detalles.  No solo fue una noche especial en mi vida, sino que pude despedir el año de la mejor forma en la casa de Dios.  Más adelante, continué visitando la iglesia y acepte a Jesús como mi Salvador en un retiro de jóvenes.  Recuerdo que la oración con la cual acepte a Dios fue muy especial. Reconocí a Dios como el único Salvador de mi vida y quien me regaló la vida eterna.  Tuve la bendición de ser bautizada y sellar este pacto.  Saliendo de las tinieblas a su luz admirable.

Desde que Cristo esta presente en mi vida siento su amor y cuidado en cada paso que doy. Cambio mi tristeza en alegría y lleno el vació que había en mi ser. He puesto mi confianza en él y me ha enseñado el camino por el que debo andar. Puedo ver las cosas desde otro punto de vista y creo que todo obra para bien.  Si no hubiese pasado por las tribulaciones que pase no sería la persona que soy hoy en día.  Dios ha depositado en mi vida amor, fe, paciencia, humildad, perseverancia, mansedumbre y paz.

Estoy sumamente agradecida con Dios por escogerme y hacerme su hija.

¡Te amo Padre!


Comentarios

Entradas populares de este blog

Reflexión 152 - Guarda tu corazón

Reflexión 6 - Las Metas

Reflexión 97 - ¿En qué inviertes tu tiempo?